Fotografía: Gilles Lipovetsky, por Nicole Joye

Gilles Lipovetsky

10 de octubre – 18:00

Auditorio CPM

Entrada gratuita hasta completar aforo, previa recogida en recepción desde las 17:00.

El filósofo y sociólogo francés, conocido por sus estudios sobre la posmodernidad y la sociedad actual, el hiperindividualismo, la tendencia hiperconsumista o los juegos de seducción del capitalismo, llega a Centre Pompidou Málaga para impartir una conferencia en torno a lo que ha llamado El capitalismo artista y que explica con sus propias palabras:

Hoy en día la idea dominante es la de un capitalismo marcado por la financiarización, con todo el daño humano, social y ambiental que genera. Dicho de otra manera, el “horror económico”. Pero, ¿es esta expresión correcta, si tenemos en cuenta su dimensión estética? De hecho, el capitalismo es más un Jano de dos caras menos que un ogro que devora a sus propios hijos.

      Un nuevo capitalismo ha nacido: el capitalismo artístico, marcado por la inflación estética, la incorporación de las lógicas del estilo, la emoción y la seducción en todos los sectores del universo consumista. Estamos en un momento de estetización generalizada de la vida cotidiana y del peso creciente de los mercados de sensibilidad.

      Es tiempo de mestizaje, de desregulación de aquello que distinguía al arte de la industria, a la vanguardia del mercado. Interviene en todo una lógica de la moda, que lo estiliza de tal manera que cada producto se convierte en pieza de colección y se renueva según la temporada. Se desarrolla el co-branding: se multiplican las series limitadas de modelos de automóviles en colaboración con marcas de moda, los fabricantes de material deportivo recurren a diseñadores de moda, las marcas de lujo invitan a artistas a diseñar colecciones, escenificar escaparates, producir spots publicitarios… El capitalismo artista es el que ha generalizado la lógica de la moda (obsolescencia acelerada, seducción, diferenciación) en el mundo de los objetos, del espectáculo y de la comunicación.

Nunca habíamos producido tantas películas, series de televisión, espectáculos y música de todo tipo. Vivimos en un mundo cotidiano rebosante de imágenes, música, conciertos, películas, revistas, escaparates, museos, galerías de arte, exposiciones, lugares turísticos, bares de moda. Tal es el capitalismo artístico o transestético, que integra sistemáticamente el orden del estilo y la moda, de la emoción y el entretenimiento, en la elaboración, comunicación y distribución de los bienes de consumo.

El capitalismo contemporáneo no sólo indica el surgimiento del mundo de las industrias culturales. También significa un nuevo lugar y un nuevo estatus para el arte en nuestras sociedades. Hoy, el universo del arte ha dejado de ser un “anti-mundo”: participa plenamente de las leyes de los medios y del sistema económico. Los lugares y eventos de arte se multiplican por todas partes: todos los países quieren tener sus museos, galerías, centros de arte contemporáneo, ferias y bienales. A partir de ahora, las exposiciones de muchos museos se conciben como productos: vendidos en todo el mundo, deben generar una facturación.

     Más aún: el proceso de estetización generalizada ha conquistado a los propios consumidores, que muestran un creciente apetito por la belleza. Testimonio de ello son la expansión del turismo cultural, el gusto por la moda, la música sin parar, el gusto por los jardines, la decoración de interiores y las multitudes que acuden a los museos. El capitalismo artista ha proletarizado al consumidor menos de lo que lo ha estetizado.

    La paradoja es que esa sociedad hiperestética no conduce a una humanidad cada vez más feliz. Pero, en esta sociedad sin contramodelo global, existen tensiones que abren caminos en gran parte aún desconocidos. Tras el desafío moderno de la cantidad, la hipermodernidad debe asumir el gran “desafío de la calidad”: desarrollo sostenible, cultura, educación, creación y autoexpresión.

Gilles Lipovetsky.