El Centre Pompidou Málaga ha presentado este miércoles la exposición ‘Sheila Hicks. Hilos que viajan’ de la artista estadounidense afincada en París desde mediados de los años sesenta. La muestra, que se podrá contemplar hasta el 10 de septiembre, invita al público a explorar las diversas formas de su arte textil, que utiliza materiales como algodón, lana, lino y seda para esculpir, pintar y colorear el espacio.
Esta monografía, la primera de la artista en España, presenta la variedad del trabajo de Hicks a través de más de 60 piezas que van desde obras de dimensiones arquitectónicas hasta pequeños tejidos, fotografías y películas. La exposición no sigue un recorrido cronológico para favorecer una experiencia sensible y una inmersión más directa en el universo formal, material y cromático de la artista.
Los detalles de la nueva temporal, en la que colabora la Fundación ”la Caixa”, han sido dados a conocer por el director de la Agencia Pública para la gestión de la Casa Natal de Pablo Ruiz Picasso y otros equipamientos museísticos y culturales, José María Luna; la artista Sheila Hicks; el comisario de la exposición, Michel Gauthier; el responsable territorial en Andalucía, Ceuta y Melilla de la Fundación ”la Caixa”, Juan Carlos Barroso; y el director comercial de Red de Andalucía Oriental Sur de CaixaBank, Gerardo Cuartero.
Además, esta misma tarde, a las 18:00 horas, se llevará a cabo un encuentro con Sheila Hicks y el comisario de la exposición que contará con entrada gratuita hasta completar el aforo disponible. Tras este acto, se podrá contemplar la muestra y se ofrecerá una copa de vino español a los visitantes.
Más allá de la superación del modelo histórico de la tapicería, Sheila Hicks ha construido una obra inclasificable y ahora ineludible, que se mueve con soltura entre el arte, el diseño y la decoración, entre el legado modernista y las tradiciones no occidentales. Alumna de Josef Albers en la Universidad de Yale (Estados Unidos), realizó un viaje a América del Sur a finales de la década de 1950 que para ella sería decisivo, y quedó fascinada por los tejidos precolombinos.
En este contexto, a partir de 1956 comenzó a realizar pequeños tejidos sobre un bastidor hecho por ella misma, que más tarde tituló ‘Minimes’. Estas miniaturas son como poemas íntimos que constituyen también los bancos de pruebas de sus futuras creaciones.
En la década de los 60, Sheila Hicks amplió el marco de sus obras experimentando con el formato monumental y explorando la escultura y la arquitectura. En 1966 instaló su estudio en París y ese mismo año viajó a la región india de Kerala para trabajar en el diseño de varias colecciones textiles. Además, participó en varias exposiciones, incluyendo ‘Wall Hangings’ en el MoMA de Nueva York en 1969, donde presentó ‘The Evolving Tapestry: He/She’ (1967-1968), una obra abierta y evolutiva formada por pilas de elementos de lino y seda. Sus ‘soft sculptures’ (esculturas blandas) la acercan a los movimientos estadounidenses de la antiforma y el posminimalismo.
En 1970, el gobierno marroquí invitó a Sheila Hicks a trabajar con los artesanos del país. A Hicks le fascinó la cultura islámica y su vocabulario visual se enriqueció al contacto con las artes, la arquitectura, los zocos y la artesanía. Viajó a las comunidades rurales, donde aprendió a bordar y tejer con técnicas tradicionales.
Diseñó tapices murales que encajaban perfectamente con la arquitectura marroquí y su trabajo fue muy valorado por arquitectos y decoradores, quienes le hicieron encargos importantes, como las tapicerías del Boeing 747 o la torre IBM en el barrio de negocios de La Défense en Francia. En 1977, participó en los decorados de la famosa película ‘El resplandor’ de Stanley Kubrick.
En 1974, tuvo su primera exposición retrospectiva en el Museo Stedelijk de Ámsterdam, donde presentó su obra ‘Trapèze de Cristobal’ (1971), una gran escultura flexible hecha de lianas de colores que caen del techo y se extienden por el suelo, y que combina vista y tacto de manera innovadora.
Sheila Hicks continuó trabajando a gran escala y adaptando sus obras a los lugares en los que se instalaban. En 1980, diseñó un entorno textil de 800 metros cuadrados con uniformes de soldados en Jerusalén y en 1993, creó un bajorrelieve multicolor de 103 metros de largo para el vestíbulo de un teatro frente al monte Fuji.
A principios de la década de 2000, la artista se pasó a la fibra de acero inoxidable y comenzó a experimentar con nuevos materiales. También adoptó una nueva técnica que permite aplicar el color a alta presión sobre un tejido de poliéster, produciendo así una gran variedad de colores con efectos sin precedentes.
En la década de 2010, participó en numerosas exposiciones internacionales, como las bienales de São Paulo, Whitney, Sídney y Venecia. Hicks siempre está atenta a las características del espacio que la rodea, para habitarlo lo mejor posible e interactuar con él. En varias ocasiones, instaló sus obras en espacios públicos, como la obra ‘Hop, Skip, Jump, and Fly. Escape from Gravity’ (2017), una «composición efímera» instalada durante un año en el High Line de Nueva York y formada por largos tubos de colores que serpentean en más de 200 metros por la hierba del skyline.