Juan Gris. La Vue sur la baie (Vista de la bahía), 1921. © Centre Pompidou, MNAM-CCI/Philippe Migeat/Dist. RMN-GP

 LOS AÑOS 1920

La Primera Guerra Mundial arrasa Europa y desestabiliza los valores culturales. Los artistas proponen formas de expresión llenas de tensión entre figuración y abstracción. En París, la comunidad de artistas españoles está dominada por la ya legendaria figura de Picasso, y, siguiendo su estela, artistas como Juan Gris, María Blanchard o Pablo Gargallo. Los bodegones de Picasso prolongan el cubismo sintético. Juan Gris llega a París en 1906 y ofrece una versión más refinada del cubismo, que se abrirá hacia el purismo.

Sus figuras o bodegones se inscriben en una arquitectura plana y colorida basada en las relaciones formales entre líneas y planos. El trabajo de Gris anuncia cierto onirismo y desvela su conexión con el surrealismo por la amistad que entabla en 1924 con Michel Leiris y André Masson. María Blanchard cruza este puente entre cubismo, surrealismo o realismo mágico. Su transición hacia la figuración la conduce a una estética fría y distante, similar al novecentismo catalán y compartida por un joven Salvador Dalí.

María Blanchard. L’Enfant à la glace (El niño con helado), 1925.
María Blanchard. L’Enfant au cerceau (El niño jugando con aro), 1917.
Juan Gris. Le Tapis bleu (La alfombra azul), 1925.
André Masson. Nature morte à la carafe (Naturaleza muerta con jarra), 1922. © André Masson, VEGAP, Málaga, 2020.